Tal día como hoy, en el año 2005, Xbox 360 salía al mercado en Estados Unidos. Esto no sería más que una bonita nota de prensa si no hubieran cambiado tanto las cosas en estos últimos cinco años. Y es que no hace demasiado tiempo el ciclo de vida de las consolas llegaba a su fin rondando el lustro. PS2 ha demostrado que hay vida más allá de ese ciclo vital, y lo ha hecho en el mejor momento (o mejor dicho, en el mas adecuado). Xbox 360 y PS3, las consolas actuales más potentes y avanzadas, suponen una inversión demasiado grande para dejar el camino libre a la siguiente generación con sólo cinco o seis años a sus espaldas.
No hay otra razón para los recientes estrenos de Kinect y Move. Ambos periféricos convierten una anunciada vejez en una dicharachera juventud. La tan cuestionada declaración de Sony de que PS3 tendría un ciclo de vida de diez años es hoy perfectamente posible. La coyuntura en la que vivimos actualmente ha hecho compañeras de intenciones a Sony y Microsoft, lo que tenga en mente Nintendo es todo un misterio.
La Wii ya era una consola desfasada tecnológicamente en el momento de su estreno, otra cosa es que su novedoso sistema de control la llevara a hacerse con casi la mitad de la cuota de mercado. Detalle escandaloso que ha marcado el devenir de la industria.
Nintendo ha dado de esta forma a sus competidores la fórmula del elixir de la juventud. Ahora que Xbox 360 y PS3 han asaltado el castillo casual de Wii, ¿Qué razones hay para hacerse con la consola de Nintendo? La evolución del mercado a partir de estas navidades nos revelará si la compañía de Kioto se ve obligada a lanzar una nueva máquina al mercado, recordemos, con las intenciones de la competenciade mantener las actuales al menos un lustro más.
Xbox 360 golpeó dos veces llegando a los hogares antes que PS3. Aún hoy y a pesar del acelerón de ventas de la consola de Sony en los últimos tiempos, Microsoft mantiene todavía un par o tres de millones de ventaja en lo que se refiere a máquinas vendidas a nivel mundial.
A PS3 la castigó en su momento su alto precio, pero también un enemigo inesperado. El mayor rival de PS3 en sus inicios no fue Xbox 360, fue la propia PS2. Sí, una consola que tenía que haber empezado a morir con cinco años a sus espaldas y que se negó a desaparecer doblando de forma inaudita su longevidad (cumplió diez añazos no hace mucho, algo impensable hasta ese momento).
Eso mismo es a lo que aspiran ahora mismo las compañías. Nuestro bolsillo lo agradecerá.
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